Se calla otra vez el viento;
no es extraño, lo he sentido antes.
Es la penumbra, el invierno,
la “zarcosidad” que se aleja…
Aquí la tarde se alarga
y asfixia como una cámara de gas.
“Es mejor ignorarlo todo”, me dije,
y aún así estaría perdido.
Es que no he nacido más que para una cosa:
esperar que la rueda cese en su giro.
Y la debilidad hace su juego:
enferma, carcome, imbeciliza...
Fracasar tiene su encanto:
el encanto del fusil y la yaga;
esa es mi esencia,
mi marca, mi estatura…
Los glaciares son tan hermosos:
no se alteran ni se engañan,
nacen muertos,
y eso es de verdad emocionante…
¿Para qué la paz? ¿Para qué el veneno?
A fin de cuentas las grietas no se espantan,
aletean, sumando escombros,
punzando cada arteria, cada gramo de vida.
no es extraño, lo he sentido antes.
Es la penumbra, el invierno,
la “zarcosidad” que se aleja…
Aquí la tarde se alarga
y asfixia como una cámara de gas.
“Es mejor ignorarlo todo”, me dije,
y aún así estaría perdido.
Es que no he nacido más que para una cosa:
esperar que la rueda cese en su giro.
Y la debilidad hace su juego:
enferma, carcome, imbeciliza...
Fracasar tiene su encanto:
el encanto del fusil y la yaga;
esa es mi esencia,
mi marca, mi estatura…
Los glaciares son tan hermosos:
no se alteran ni se engañan,
nacen muertos,
y eso es de verdad emocionante…
¿Para qué la paz? ¿Para qué el veneno?
A fin de cuentas las grietas no se espantan,
aletean, sumando escombros,
punzando cada arteria, cada gramo de vida.
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